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La próxima revolución será televisada

24 octubre 2019, By Arantxa Aguilera

En los últimos días hemos sido testigos de graves incidentes en las calles de Barcelona. Más allá de las polémicas políticas, resulta interesante analizar cómo han reaccionado en este complejo contexto los medios de comunicación, los periodistas y los influencers. ¿La cobertura mediática ha sido la adecuada? Y nosotros, como ciudadanos, ¿hemos actuado responsablemente en cuanto al uso de las redes sociales?

Canela
Imagen: Julián Rojas, El País

Los chalecos amarillos en París. Las protestas contra la ley de extradición a China en Hong Kong. Las movilizaciones estudiantiles en Chile. Prácticamente a diario recibimos nuevas dosis de noticias sobre protestas masivas que terminan convirtiendo las calles en campos de batalla. Aunque las situaciones que involucran a ciudadanos violentos sean minoritarias, al fin y al cabo, son estas las que se retransmiten por televisión y hacen que se vendan los periódicos y empiece la lucha de audiencias.

Las movilizaciones contra la sentencia del Procés en Barcelona no han sido una excepción. Desde el bloqueo del aeropuerto del Prat hasta las concentraciones frente a la Jefatura de Policía, durante una semana hemos visto repetidas hasta la saciedad imágenes de contenedores ardiendo, cargas policiales, lanzamientos de piedras y petardos, trifulcas, saqueos… En esta situación, las estrategias de comunicación no han sido siempre acertadas.

Medios volcados y periodistas en la cuerda floja

Los medios nacionales se han hecho eco ampliamente de estos sucesos, ofreciendo una cobertura minuto a minuto de los acontecimientos. Sí es cierto que a veces se ha echado de menos algo más de prudencia antes de difundir determinadas imágenes. Aunque el ritmo de la actualidad y la lucha por la audiencia no se lo ponen fácil. Tampoco los sitios de verificación han dado abasto para combatir el alud de fake news. Algunas de ellas han alcanzado niveles de sofisticación inauditos, mediante el uso de técnicas de manipulación como el deepfake.

Por su parte los medios internacionales, que pueden permitirse un mayor distanciamiento, se han centrado en un análisis más interpretativo de la situación. Estos días, comparar las informaciones sobre los sucesos de Barcelona en la prensa nacional y en la prensa internacional era muy revelador. Aparte de reflejar la lógica alarma social por la situación, los medios extranjeros también han dedicado espacio a fenómenos como el movimiento Tsunami Democràtic. Con su aplicación para coordinar las protestas, esta plataforma ha eludido los esfuerzos por clausurar sus actividades online. Lo que se conoce como “ciberactivismo transmedia” también ha estado presente en las protestas de Hong Kong y tiene sus raíces en la Primavera Árabe.

Aunque sin duda son los periodistas a pie de calle los que merecen una mayor ovación por su labor. Los hemos visto a escasos metros de los enfrentamientos, ataviados con cascos y chalecos protectores como si fueran corresponsales de guerra. Agredidos por manifestantes exaltados e incluso detenidos por la policía mientras hacían su trabajo. Una situación que denunciaba la Comisionada del Consejo de Europa para los Derechos Humanos en este tuit:

 

Influencers y empresas puestos bajo la lupa

En medio de este enredo, también hemos tenido una considerable ración de imágenes surrealistas surgidas de las omnipresentes redes sociales. Desde influencers criticados por hacerse selfies inoportunos a ciudadanos anónimos que han alcanzado su minuto de gloria viral, como la pareja de recién casados que se topó con una barricada en llamas en Vic.

Mientras tanto, algunas empresas han intentado mantener un perfil bajo estos días, siguiendo la estrategia de agachar la cabeza y esperar a que pase el chaparrón. Pero otras compañías, como los servicios de reparto de comida a domicilio Deliveroo o Glovo, han sido criticadas justo por hacer lo contrario: seguir con su actividad mientras Barcelona “ardía”. Más unánimes han sido las patronales Foment y Pimec o el Gremio de Hoteles de Barcelona, alertando de que los incidentes estaban provocando cancelaciones de reservas y de eventos.

Canela
Imagen: Telecinco

“La próxima revolución será televisada”, se decía en las facultades de periodismo hace años. A principios del siglo XXI, no solo la vemos en la televisión: la seguimos minuto a minuto en los medios digitales, nos la comparten contactos en las redes sociales e incluso nos anticipan sus próximos movimientos en las aplicaciones de mensajería instantánea. Recibimos un aluvión de información, imágenes y vídeos que crean la ilusión de estar viviéndolo todo en primera fila.

Sin embargo, con todo este incesante volumen de informaciones que llega a nuestras pantallas… ¿realmente nos hemos comportado como ciudadanos conscientes y responsables con la información? ¿Hemos adoptado una postura crítica frente a cada una de las noticias que hemos recibido?