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¿Por qué no debemos corregir a los niños en su aprendizaje lingüístico?

26 abril 2021, Babbel

Por Rita Santoyo, editora de español en el departamento de Didáctica de Babbel

 

Ya sea el idioma materno o cualquier otro que el niño o niña esté aprendiendo a una edad temprana, está comprobado que la corrección constante tanto cuando se expresan hablando como por escrito no funciona en el caso de los más pequeños.

En los primeros años se absorbe muchísima información del mundo que nos rodea. Aún somos ingenuos y muy libres pero cuesta mucho contar historias, expresar emociones con palabras, detallar situaciones… Imagínate que estás haciendo un gran esfuerzo en compartir algo mediante el lenguaje y tus padres o tus profesores no paran de corregir lo que dices. Está claro que eso va a transmitir al niño o niña que no lo está haciendo bien y que, por tanto, no merece la pena ese esfuerzo que está realizando. Es decir, que esta corrección lo que puede suponer es coartar al pequeño, mermar su confianza y que no se sienta libre en su expresión cuando, en realidad, lo que se debe hacer es alentarlo para que muestre y desarrolle todas sus habilidades lingüísticas.

No olvidemos que la creatividad es una gran herramienta para la vida y que con el paso de los años si no la potenciamos, podemos dejarla olvidada en un rincón. En este sentido, es habitual que los niños se inventen palabras que no existen pero que para ellos son perfectamente comprensibles. No tenemos que pensar que esto es extraño o negativo para su aprendizaje, solamente es la manera que él o ella ha encontrado para expresar aquello que no entiende o que percibe con esa expresión. ¿Qué hacemos cuándo se dan estas situaciones? ¿Puede entorpecer su evolución educativa que no les corrijamos?

La clave es no corregir, solamente repetir correctamente. Por ejemplo, si el niño o la niña dice: “Me likes apples”, la persona con la que esté hablando puede responder: “I like apples too”, ofreciendo la oración de manera correcta sin que el niño o la niña se sienta corregido. Esta es una técnica muy utilizada no solo para enseñar la gramática correcta, sino también para trabajar cuestiones de pronunciación o vocabulario. Además, también hay que tener en cuenta que cuando son muy pequeños y pequeñas, suelen tener un vocabulario limitado. Por ejemplo, si dicen “guau guau”, se les puede animar diciendo: “Sí, mira el perro”. Esta es la mejor manera de ayudar a los niños y niñas a modelar un lenguaje correcto.

Otra táctica muy útil para reforzar el uso correcto de la lengua es incorporar el idioma a su vida diaria a través de los juegos, la escucha de audiolibros, cantando canciones y/o leyendo historias en el lenguaje que se quiere aprender. De esta forma, el niño o la niña irá poco a poco incorporando estos elementos de una forma natural, sin darse cuenta de que se trata de una enseñanza, sino que lo considerará parte de su día a día.

También es preciso que los progenitores sean pacientes. Los niños tardan un tiempo en empezar a hablar un nuevo idioma porque primero lo tienen que entender y cada pequeño lo hará a una velocidad. Hay que ir despacio, ser muy comprensivo y divertirse con el pequeño mientras se van introduciendo expresiones cortas y sencillas en el nuevo idioma. Apostemos por la naturalidad y diversión en vez de la corrección y obligación.