¿Es realmente necesario el nuevo Facebook News?
Facebook ha presentado una nueva pestaña de noticias -Facebook News- con la que pretende dar respuesta a las críticas que ha recibido en los últimos meses (años) por la difusión de fake news a través de la red social. De momento está solo disponible en Estados Unidos para un segmento de sus usuarios, pero pronto se hará extensiva a otros mercados, previsiblemente. Y esto es lo que asusta, porque la estrategia de Mark Zuckerberg para poner en marcha esta nueva funcionalidad de la red social pasa por establecer acuerdos -económicos- con los medios que considera relevantes para distribuir sus noticias en el feed de los usuarios, atendiendo primero a intereses establecidos por un equipo de periodistas contratados por la red social, y luego por un algoritmo que se encargará de emparejar intereses de los usuarios con contenidos de los medios elegidos.
Ha sido el propio Zuckerberg el que ha explicado en un artículo que publica The New York Times a qué responde esta estrategia de una manera que se nos antoja un tanto naïf: “los ingresos publicitarios que antes apoyaban económicamente al periodismo ahora llegan a compañías como la mía. Tenemos un plan para arreglarlo”. Y sí, tiene un plan para “arreglarlo”. Trescientos millones de dólares que distribuirá a su manera, decidiendo más o menos arbitrariamente qué medios merecen recibir ingresos a cambio de que sus noticias se distribuyan con mayor o menor acierto entre los usuarios de la red social. También dejando fuera de este negocio a otros medios que -vaya por dios- quizá no sean de su agrado o no tengan la misma influencia empresarial que los primeros. Y dando voz a algunos que quizá no deberían tenerla… aunque ¿quién es Facebook para decidir qué medios son relevantes y cuáles no? Ajá.
Lo peor de toda esta estrategia es que no parece más que un nuevo lavado de cara a una red que cada vez pierde más predicamento entre usuarios y empresas. Un nuevo intento de seguirle el paso a Twitter como herramienta informativa casi instantánea para millones de usuarios, de capturar un poco de glamour de un Instagram que se ha diferenciado con mucho éxito de su otrora competidora y ahora propietaria. Y sobre todo sigue siendo sorprendente observar este afán proteccionista de las grandes empresas americanas intentando arreglar entuertos que no les competen, interviniendo de forma artificial en el desarrollo de los mercados, denominándose garantes de la democracia y la libertad de expresión y generando más desconfianza entre unos usuarios cada vez más temerosos de lo que pueda ocurrir con sus datos personales. Sin embargo, las cifras dicen que sigue creciendo pero ¿quién no tiene un perfil medio catatónico, al que solo entra para ver los cumpleaños y las fotos de boda de aquella vieja amiga del cole?
Y mientras tanto, al otro lado del juego informativo las empresas ajustan de nuevo sus estrategias de comunicación en redes sociales, reduciendo sistemáticamente el peso de un Facebook cada vez más exigente y caprichoso en favor de otras opciones más amigables y, sobre todo, rentables desde el punto de vista de la comunicación corporativa. El tiempo pondrá cada cosa en su sitio, como casi siempre. Veremos.