La historia de una joven ingeniera española: ¿Por qué el cáncer de mama? Judit Giró tiene 24 años y es de Tarragona. Cuando estaba en el colegio, una profesora de biología le explicó cómo el cuerpo humano convierte una miga de pan en 265 kcal sin apenas pérdida energética. Esta lección despertó en ella una cierta fascinación que todavía le sigue asombrando. Sin embargo, también dio lugar a un ligero toque de frustración ante la naturaleza impredecible de la biología. Al ser una entusiasta de las matemáticas, pensó que la única solución lógica a tal imprevisibilidad, era aplicar esta ciencia para traducir la biología en modelos matemáticos Esta toma de decisiones le llevó a estudiar la carrera de ingeniería biomédica en la Universidad de Barcelona.
Durante la carrera, Judit leyó un estudio de 1989, donde el Dr. Hywel Williams y el Dr. Andres Pembroke del Hospital King’s College de Londres, informaban en la revista The Lancet sobre un caso ocurrido en su consulta médica. La dueña de un perro raza collie-dóberman explicó que su perro mostraba un creciente interés en oler un lunar en su pierna. Se demostró que el lunar era canceroso y se eliminó, salvando así la vida de la paciente. Este punto de inflexión evidenció que el cáncer produce cambios metabólicos en la fisiología humana, alterando así el sabor, la textura, el olor o la forma del cuerpo. Tal evento estableció el punto de partida para encontrar nuevas metodologías para el diagnóstico de cáncer basado en componentes químicos hallados en el cuerpo humano.
Poco después, un profesor compartió con los alumnos el “caso de Blat”, un perro que podía detectar el cáncer de pulmón oliendo el aliento de su dueño. Este descubrimiento marcó una nueva meta en su carrera: quería usar su ingeniería para reproducir la fisiología del perro en un microprocesador Arduino y un par de sensores; y traducir la corteza olfativa del cerebro en un fragmento de código Python.
Se dispuso a investigar sobre el cáncer en general, pero un acontecimiento hizo que se enfocara concretamente en el cáncer de mama. Judit leyó un estudio por el National Health Institute (NIH), en EE. UU. en el que publicaba que las mujeres eran 51% más propensas a padecer efector adversos a los medicamentos, debido a que estaban siendo infrarrepresentadas en la investigación biomédica. Ante esta frustración, todos sus esfuerzos se centraron en perseguir un nuevo objetivo: “Cambiar la forma en que nosotros como sociedad, luchamos contra el cáncer de mama”.
Un año más tarde, su madre fue diagnosticada con cáncer de mama, un hecho que reafirmó su idea de la necesidad real de elevar el derecho de todas las mujeres del mundo a tener acceso a una medicina preventiva de calidad.
De Barcelona a California
Habiendo terminado sus estudios en 2018, decidió que su gran vocación era estudiar la posibilidad de detectar el cáncer de mama a partir de la orina. Cruzó el charco y empezó a estudiar, y después trabajar, en la Universidad de California en Irvine, el máster en Embedded Cyber-physical Systems.
Fue aquí donde la ingeniera se dio cuenta de que hay una necesidad global de mejorar el proceso de detección del cáncer de mama para que sea menos invasivo y más accesible. Actualmente, la detección requiere que las mujeres acudan a hospitales o instalaciones médicas y se sometan a un procedimiento incómodo, a veces doloroso, y a menudo costoso. Esto conlleva que, en algunas ocasiones, las mujeres dedican saltarse este proceso.
La Sociedad Estadounidense del Cáncer predice que el cáncer de mama representará el 30% de todos los cánceres diagnosticados en los EE. UU. en 2020 [1]. En España, durante este año, se prevé diagnosticar 32.953 casos de cáncer de mama, una enfermedad que se calcula que padecerá una de cada ocho 8 mujeres españolas en algún momento de su vida y que, en 2019, tuvo una tasa de supervivencia a cinco años superior al 90% [2] . La mortalidad de esta patología ha descendido en los últimos años gracias a los programas de cribado y a la mejora de los tratamientos, pero, aun así, continúa siendo la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres españolas.
El estadio en el que se ha diagnosticado el cáncer influye en la supervivencia, ya que en el estadio I supera el 98%; en cambio en los estadios III la supervivencia desciende al 24% [3]. Sin embargo, esta tendencia se puede observar en el campo de la oncología, considerando específicamente los programas de prevención basados en la mamografía. De hecho, un estudio del Center for Desease Control indicó que solo el 65% de las mujeres asistieron al programa en los últimos dos años, lo que podría provocar que 1 de cada 3 de los cánceres de mama se detectasen demasiado tarde y, por lo tanto, las mujeres tengan un peor pronóstico y posibilidades de supervivencia [4].
Las razones por las que las mujeres se saltan las pruebas de detección basadas en mamografías son múltiples: dolor (41% de las entrevistadas), dificultad para ausentarse del trabajo y cobertura de seguro deficiente según el Journal of Women’s Health [5]. Además, según el Departamento de Salud de Cataluña, solo el 6,45% de los cánceres de mama diagnosticados mediante mamografía son en realidad cáncer [6]. En otras palabras, la sensibilidad de la mamografía es dramáticamente baja.
Finalmente, aunque su dosis no es lo suficientemente sustancial como para ser considerada dañina, la exposición cada dos años a la mamografía aumenta el riesgo de cáncer de mama.
Por todo esto, Judit se dispuso a encontrar una solución global: Inventar un dispositivo que pudiera diagnosticar el cáncer de mama a través de la orina, sin dolor, sin radiación y de bajo coste.
The Blue Box: la solución a nivel mundial